PBI acompaña a la Multisectorial Chinautla desde hace 5 años. Las y los vecinos del municipio de Chinautla, a unos 10 kilómetros de la capital, están organizados en diferentes tipos de colectivos que se ven afectados por la extracción de arena a gran escala. La actividad arenera en la zona está presente desde hace décadas, pero ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Hace 50 años se extraía arena a pequeña escala, pues su objetivo era la producción artesanal de la vecindad. Sin embargo, durante el mandato como alcalde de Arnoldo Medrano (1986-2014)1, inició el proceso de extracción industrial con maquinaria y camiones provenientes de la capital. Estas licencias para extraer arena a gran escala, fueron otorgadas por dicho alcalde, y se concedieron sin consultar a las comunidades afectadas. Precisamente, este derecho al consentimiento previo, libre e informado es una de las demandas de la Multisectorial.

Otra problemática que afecta fuertemente a la población de este área, es la contaminación de los ríos que traen los desechos del basurero de la zona 3 capitalina. Por todo ello, en junio del año 2022 decidieron instalar un plantón en el km 12, para llamar la atención sobre estos problemas y demandar el cierre de las empresas areneras y acciones por parte de la municipalidad de Guatemala para controlar el desvío de sus desechos hacia los ríos que pasan por el municipio.

Riesgo geológico

Una serie de informes de varias instituciones estatales señalan que “Chinautla se encuentra sobre un antiguo deslizamiento de tierras localizado en una área geológicamente inestable por la existencia de varias fallas, además de otras actividades de carácter antropogénico como el aumento de viviendas, vertederos ilegales de basura, deforestación para aprovechamientos agrícolas” y la “falta de ordenamiento territorial”. Según un estudio sobre la materia, llevado a cabo por Alejandro del Aguila, estos informes niegan, o tratan de disminuir, repetidamente la relación entre el trabajo de las empresas areneras y la destrucción lenta y continua de las infraestructuras y las viviendas del área.

Durante una de nuestras visitas al plantón de la Multisectorial, Efraín Martínez, autoridad Poqomán y uno de los líderes comunitarios de la Resistencia, nos llevó a dar una vuelta por la orilla de la carretera, para mostrarnos los daños que está causando la extracción de arena y el permanente trafico de camiones que pasa por el plantón, de hecho pudimos comprobar lo difícil que es mantener una conversación con ese ruido constante.

Esucha unos 6 minutos del ruido de fondo en el plantón:

Las vecinas y vecinos que visitamos nos compartieron que hace 10 años se intensificó el deterioro de las viviendas y de la carretera que pasa por las areneras y sale hacia Chuarrancho. La tierra se desprendió y bajó unos 2-3 metros, lo que hizo que se quebrase la calle y que se derrumbasen algunas de las viviendas que había a su orilla. Efraín nos explica que las empresas areneras originalmente tenían permisos para escavar un metro de profundidad pero en realidad escavan de 4 a 5 metros. Tampoco hacen caso a la limitación de viajes de camiones areneros por día. Estas actividades causan agujeros en el suelo que se llenan con agua y aflojan el subsuelo. El permanente transporte pesado lleva al desprendimiento del asfalto de la carretera. En los últimos 25 años el Ministerio de Energía y Minas (MEM) ha hecho cuatro inspecciones a las empresas areneras para verificar que están cumpliendo con los permisos de excavación, pero aparentemente no tomó nota de los daños que se han producido en estos años. Tampoco reaccionó a dos informes de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) que confirmaron las preocupaciones de las y los vecinos por sus viviendas y tierras en Chinautla.

Visitas a la vecindad

Pasamos por la casa de don Juan José2, que vive a la orilla de la carretera desde hace 35 años, cuando compró el terreno donde construyó una casa para su familia. Sin embargo, hace 10 años empezó a desprenderse la tierra bajo su casa lo que acabó llevándose por delante la casa de su hijo, construida frente a la suya. Para estabilizar su propia vivienda ha construido un cerro de 3-4 metros de altura, hecho con neumáticos llenos de arena, el objetivo es prevenir futuros deslizamientos.

Bajando la carretera en dirección a las areneras, nos encontramos con Carmen, que nos invita a ver su terreno, en el que hay dos casas hechas de madera y lamina. “Hace 10 años nuestra casa se nos fue para abajo, poco a poco, en 1-2 años se nos fue la casa por completo; aquí donde estamos parados, ahora está rellenado con tierra, pero aquí estaba nuestra casa. Y ya no podemos hacer una bonita casa con bloc, porque se va a arruinar de nuevo con los movimientos de la tierra, por las camiones.” Nos muestra una casa a tres metros de distancia que se encuentra casi dos metros más arriba de donde estamos. Esa era la altura a la cual estaba la casa desaparecida. Carmen, que tiene 35 años y nació aquí, nos cuenta que ha visto muchos cambios a lo largo del tiempo: “recuerdo cuando tenia 7 años, había cultivos en la orilla del río, tomates, flores, chiltepe, hierbas, achiote, allí cultivaron los abuelos; y ojos de agua hermosos, allí nos fuimos a lavar ropa”. Estos cultivos entonces eran suficiente para asegurar el sustento de la población, para que se ganaran la vida, pero con el aumento de las extracciones areneras empezó la crisis. “Ya no crece nada en la orilla del río que está llena de la basura que viene de la capital. Actualmente la gente tiene que ir a la capital a buscar trabajo; las mujeres a lavar ropa, limpiar casas, o dedicarse a la compra-venta de diferentes productos, esa es la única forma de generar ingresos”.

Otro problema grave que se ha generado en toda esta crisis es la falta de agua. “Nos envían el agua por una hora cada 8 días, a veces cada 15, y puede venir a cualquier hora, así que tenemos que estar atentos para llenar los toneles, y un tonel nos dura 3 días para lavar ropa y bañarnos. Para beber y cocinar tenemos que comprar garrafones que nos cuestan entre Q10 y Q16 cada uno, y necesitamos unos 3 o más a la semana, solo para hacer fresco, café y caldo”.

En frente de la casa de doña Manuela, alfarera y madre, observamos la carretera quebrada en la orilla, por eso se estrechó el camino hacia su casa, mientras la carretera misma bajó unos 2 metros. Ella confirma la escasez de agua que están viviendo, pues, “solo cada 8 nos viene el agua. Y cuando se nos termina hay que ir a la piscina municipal que está a dos kilómetros de acá, tenemos que ir en bus, ni modo pues, hay que buscar el agua para lavar todo, para la ropa y para la familia.” Señalándonos el río que pasa frente a su casa, a unos 100 metros, recuerda que “antes había agua aquí, bonita agua había. Había matas de tomate y apazote. Pero ahora ya no se encuentra nada de eso. Todo se ha perdido por el agua negra que nos están mandando. Por eso ya no se cultiva nada. Los de la capital nos mandan todo su drenaje y cuando llueve, aquí crece el río con toda la suciedad que viene y trae un olor feo, toda la pestilencia, y lo tenemos que soportar porque vivimos acá”.

Aparte del olor de los desechos, que flota en el aire, la población también tiene que soportar el ruido y el polvo que causan los camiones que pasan diariamente desde las 6 y media de la mañana hasta las 4 y media de la tarde. “Mira como están las calles, aquí la municipalidad no manda limpiar. Con los camiones se levanta el polvo; tendemos la ropa y al rato una la sacude y está llena de polvo. Estamos acostumbrados al polvo, ya no lo sentimos porque es de todos los días”.

Afectaciones a la salud

En el camino de regreso al plantón, Efraín nos comparte que la población del municipio (18 mil, en su mayoría Maya Pocomán), ve fuertemente afectada su salud debido a la contaminación. Estos impactos se traducen fundamentalmente en enfermedades del aparato digestivo y del sistema respiratorio. “Aquí ha fallecido gente joven por enfermedades pulmonares. Nos afectan los malos olores, especialmente cuando el río crece, pues sale un olor bien ácido, desagradable, que te desvuelve el estomago. Y ¿qué dice el Ministerio de Salud sobre esta situación que también ya fue señalada en los informes arriba mencionadas de la CONRED?. Efraín recuerda que en 2008 hubo reuniones con un doctor de este ministerio. “El médico estaba muy de acuerdo con nosotros y opinó que había que colaborar más con la población Pocomán, y de plano tuvo datos sobre las afectaciones de los malos olores de la cuenca, porque unos 10 días después de su visita vinieron dos médicos para tratar a alguna gente afectada, pero solo llegaron dos veces y de allí nada más; y al medico del ministerio lo trasladaron a otro lado. Y desde entonces nada”.

De regreso al plantón – sobre una meseta de unos 25 metros cuadrados que se encuentra al lado de la carretera, en un cruce que desciende hacia el río – nos muestran un video grabado hace una semana, en el cual cae un camión arenero al río, a 20 metros de donde nos encontramos; y unos metros más abajo se ven dos casas que son arrastradas. Además observamos que por aquí también pasan camiones que tiran ripio al río sin ningún control.

Población desplazada

Martín, un joven de 28 años que pertenece a una de los 60 familias que perdieron sus terrenos y fueron reubicados en el cantón la Ponderosa, nos cuenta que su abuelo tenía 32 manzanas de tierra para trabajar y con animales de todo tipo, en el cantón Amatitlancito. En el año 2000 su casa se empezó a deslizar y en 2006 comenzaron a caerse las primeras casas. Dos años después les trasladaron. “Los areneros acabaron con nuestras tierras y nos hicieron daño económico y psicológico. Allá en la Ponderosa nos dieron un pedazo de tierra de 10 por 15 metros, pero solo eso. No nos dieron nada para la construcción. Tuvimos que empezar de cero y eso cuesta. Y ahora estamos acá esperando a que a las otras familias que están en peligro no les pase lo mismo, esta migración forzada, porque es muy duro”. Le preguntamos qué quedó de los terrenos de su abuelo: “las escrituras, un papel, pero la tierra misma ahora es como un huevo partido y solo nos quedan un par de manzanas. Está partida por el río y por la extracción de tierra. No ha habido ninguna indemnización por los daños y las perdidas. Ahora alquilamos tierra para la siembra de maíz y frijol porque de eso vivimos, pero no tenemos suficiente tierra para alimentarnos”.

Los y las vecinas nos dicen que el exalcalde Medrano no les entrega los títulos de tierra para sus nuevas viviendas si no votan por su familia y aliados en las elecciones.

Lo que cuesta resistir

Las personas que participan en la Resistencia sufren diferentes tipos de represalias: a cantones completos se les niega el escaso acceso al agua; a otros les amenazan con cerrarles el paso a la carretera; a transportistas les niegan contrataciones; a las alfareras las amenazan con restringirlas el acceso al barro y cobrarles caro por usarlo. A Efraín y a otro compañero, las empresas arenaras les criminalizaron en 2017 cuando la maquinaria de una empresa socavó la base de un puente que luego se deslizó. “Nos pusimos de acuerdo de ya no dejar pasar a los vehículos y nos acusaron de impedir la libre locomoción.” En 2022, de nuevo Efraín y seis compañeros más fueron criminalizados. Se les acusaba de los delitos de impedir la libre locomoción y de amenazas. Los procesos quedaron estancados en la acusación, porque según Efraín no había elementos para enjuiciarles, solo les “querían meter miedo” y que este “castigo” sirviese para disuadir a otras personas de participar en la lucha social por defender su derecho a la tierra, el agua y la vivienda digna.

 

1Arnoldo Medrano fue electo alcalde en 1986 y reelecto seis veces consecutivas. En 2015 fue capturado y está procesado por diferentes casos legales y varios delitos, como peculado, falsedad ideológica, uso de documentos falsificados, fraude, asociación ilícita y lavado de dinero. Según las investigaciones del Ministerio Público (MP) y de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) conformó “una red familiar de corrupción” para saquear la municipalidad de Chinautla durante los 30 años de su administración (información extraída de varios artículos de Prensa Libre y el Periódico entre 2015 y 2017).

2Por seguridad, y a petición de los y las vecinas que dieron sus testimonios para este artículo, se utilizaron nombres ficticios, excepto en el caso de Efraín Martínez.