La defensa del territorio cuerpo, conlleva asumir el cuerpo como un territorio en disputa por el poder patriarcal ancestral y colonial, pero también como un espacio vital para la recuperación de la vida” (Lorena Cabnal)
 
TZK`AT*, Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial desde Iximulew - Guatemala, surge en octubre de 2015, a partir de que mujeres indígenas, defensoras de la vida y de la madre tierra del feminismo comunitario territorial, se autoconvocan para acompañarse y sostenerse mutuamente frente al riesgo que han sufrido y sufren como defensoras de la vida y los derechos humanos. Actualmente está integrada por 13 mujeres indígenas xinkas y mayas de los pueblos q`eqchi', kaqchiquel, k'iche, uspanteko y ch’orti’, con historias de persecución política, estigmatización, amenazas de muerte, desplazamiento político territorial, criminalización, judicialización y violencia sexual.
 
La lucha contra las múltiples formas de violencia que impactan a las mujeres indígenas, y particularmente la violencia sexual, el femicidio y la violencia territorial, son luchas históricas y al mismo tiempo totalmente vigentes en la actualidad. La Red nace de la necesidad expresada, por muchas mujeres defensoras, de poder compartir y sanarse del dolor provocado por un sistema político, económico y social totalmente patriarcal y racista, que las oprime y las explota. Todas ellas tienen experiencia en procesos de sanación ancestral, llevando a cabo labores fundamentales en comunidades indígenas tales como las desempeñadas por sanadoras, comadronas, hierberas, sobadoras, kamalb'e o guías espirituales, contadoras del tiempo o médicas originarias. La Red comparte espacios de sanación como medida de protección y recuperación emocional-espiritual a compañeras que están afectadas de forma directa por conflictividades sociales y participan en organizaciones comunitarias para la acción política de defensa, tanto del cuerpo como de la tierra.
 
Lucha contra los estrereotipos y las estigmatizaciones
Romper el rol tradicional de la mujer sumisa y callada, es una de las transgresiones que ha llevado a muchas mujeres a ser estigmatizadas en sus comunidades y en otros espacios públicos. El aporte de las mujeres defensoras en Guatemala es fundamental y al mismo tiempo muy difícil, pues no solo se enfrentan a los riesgos y amenazas que implica defender la vida y los derechos humanos en un país donde estos se violan sistemáticamente, si no que también se enfrentan a un sistema patriarcal muy arraigado, poniendo en cuestión roles y estereotipos asignados a las mujeres históricamente. Por ello, las defensoras no solo luchan contra las discriminaciones provenientes de funcionarios públicos, poderes estatales y empresariales, sino que también tienen que defenderse de las críticas emitidas desde sus propias comunidades y organizaciones. En este sentido la Red se refriere a una lucha y resistencia que va desde la casa, pasando por la comunidad y llegando hasta lo público.
 
Las acusaciones contra las mujeres defensoras son múltiples, tachándolas a menudo de enemigas del desarrollo y terroristas, deslegitimando así su labor en defensa de los territorios. También se les acusa de haber sido "compradas" por las empresas mineras. En las campañas de desprestigio hacia ellas se las nombra con todo tipo de insultos: prostitutas, mujeres sin oficio, locas o alcohólicas. En muchas ocasiones, al no querer alinearse a las demandas patriarcales y machistas de liderazgos masculinos en sus territorios, se ven expuestas a recibir amenazas y ser castigadas públicamente en sus comunidades: estas formas de deslegitimación y castigo que se impone a las mujeres, se convierten en mensajes y avisos para otras mujeres en la comunidad que están interesadas en participar en la vida política, para que desistan, se atemoricen, se avergüencen y con ello se desmovilicen.
 
Impactos de lso mega-proyectos en la vida de las mujeres defensoras 
En modelo extractivista impulsado por empresas transnacionales y por el propio Estado Guatemalteco, lleva aparejada la conflictividad social y el empobrecimiento de los pueblos indígenas, a los cuales se les limita el acceso a la tierra y los bienes naturales que los sustentan. En este escenario, ser mujer indígena del área rural y defensora de la tierra y el territorio, es una actividad de alto riesgo, pues se ven expuestas a amenazas tales como la criminalización, la estigmatización y otras formas de violencia. Estas mujeres, a lo largo de sus vidas han tenido una relación cotidiana muy estrecha con la naturaleza, la cual se ve interrumpida cuando se instalan megaproyectos económicos (mineros, hidroeléctricos, etc.) sin consulta previa a las comunidades. Cuando esto ocurre se privatizan los bosques, los ríos, la tierra, y demás bienes naturales, pasando a estar al servicio de los intereses de los megaproyectos. Así, las mujeres se ven especialmente afectadas, pues cumplen el rol de cuidadoras de la salud y bienestar de la familia y la comunidad, gravemente afectadas en estos contextos. Además, son las mujeres las que venden los productos agrícolas, animales y artesanales en los mercados locales y también, en muchas ocasiones, son ellas las que inician las denuncias y protestas en contra de los abusos de las empresas.
 
Esta labor de defensa que llevan a cabo las mujeres, se desarrolla en escenarios de fuerte conflictividad fruto de estos procesos de despojo, caracterizados por la exacerbación de la violencia. La instalación de megaproyectos sin consulta previa, libre e informada a las comunidades, genera rupturas del tejido social y fragmentación comunitaria difíciles de reparar, por ejemplo, entre las personas que trabajan para las empresas y las que se oponen a la instalación de estos proyectos.
 
Estar, sentir, accionar y juntarnos
Desde sus saberes ancestrales, las mujeres de la Red se refieren al acuerpamiento territorial como proceso sanador: acuerparnos es decir, estar, sentir, accionar y juntarnos en la plena consciencia para defender de manera colectiva nuestros cuerpos y la tierra, por ancestralidad pero también por derechos. Según la Red, el acuerpamiento puede hacerse de varias formas: desde el cuerpo, abrazando, estando cerca de quien ha sufrido; desde lo personal, escuchando para que esa persona pueda contar lo que ha vivido; con otros procesos de sanación como ceremonias. Los lugares donde se llevan a cabo estos procesos son importantes, pues es en ese proceso de recuperación del territorio que recobran importancia lugares sagrados de la madre tierra como las orillas de un río, la montaña o espacios ceremoniales, en donde se han realizado las ceremonias desde tiempos ancestrales.
 
Por otra parte, se buscan espacios de dialogo, de hacer propuestas, de acción política y de seguimiento a situaciones de defensoras en riesgo político. También se busca la articulación con otras organizaciones, para la realización de acciones comunitarias y organizativas que fortalezcan la demanda social del cumplimiento de los derechos colectivos de los pueblos y, en particular, lo derechos de las mujeres indígenas. En el marco de tales propuestas, la Red busca acompañar y acuerpar procesos para la recuperación física, emocional y espiritual de mujeres indígenas defensoras de la vida y los derechos humanos en los territorios. Lo hacen desde cosmovisiones originarias, como formas de sanación con intencionalidad política, y desde una intencionalidad feminista que genere el bienestar integral del cuerpo, la mente, las emociones, lo comunitario y lo espiritual, así como la recuperación de los saberes plurales de sanación desde las mujeres indígenas.
 
PBI acompaña de forma global a la Red desde enero 2018. En el marco de la presencia física, destacamos el acompañamiento que hemos brindado a la Red durante las ceremonias llevadas a cabo el día 8 de cada mes, en el acuerpamiento espiritual a las sobrevivientes, madres y familias, para la demanda de justicia y la conmemoración de las 46 niñas quemadas y asfixiadas en el Hogar Estatal Virgen de La Asunción.
 

* TZK`AT significa red en lenguas mayas.